Las tres máscaras

 



Guten morgen, Divina pareja. Se que hace un rato que no publico articulo alguno pero es que la verdad entre que he estado algo ocupado y que al final uno pierde el hábito, pues no he publicado nada. No obstante, hoy será el día en el que eso cambie. Pues aquí os traigo un nuevo articulo de los guapos. Este trata sobre un relato que redacté basado en un sueño que tuve hace tiempo. También está inspirado en mi juego favorito "Blasphemous", jugadlo, está muy bien hecho.

Bueno, al lío de monte pío:

LAS TRES MÁSCARAS



Fueron forjadas tres máscaras. La máscara purpurea con el poder de la restauración, hecha con candiles de su gran poder. La máscara granate con el poder de la difamación confesada, hecha con los fluidos de su presentalla milagrosa. La máscara del negruzco fulgor que nos llena a todos de una falsa sensación genuina, con esta máscara el poseedor obtendrá el santo don del hipnotismo.
Y todo esto fue lo que Sinner consiguió apoderarse. Posesiones impropias definitivamente. Pero, para ser honesto, ¿Qué pecador se resiste a hurtar semejantes alhajas?
Era una noche tormentosa. Las calles se veían pesadillescas, las tenues luces solo alcanzaban a iluminar el ensuciado pavimento nocturno. Alzó la mirada atisbando el furor del calor lejano después de su jornada. Fue corriendo en busca de cobijo cuando, una entidad desconocida, le fue a parar los pasos. El ente farfulló palabras ininteligibles hasta que exclamó:
—Que se apiaden de mí, ¿Cómo es que un ser como tú anda por estos rincones?
—No lo sé eh... ¿señora? Yo solo, estaba en mi casa cuando...
—No queda tiempo para lamentaciones... anda con ojo, siempre y cuando no te maten antes, claro.
El ente profirió la risa más metálica y antinatural que pudo escuchar Sinner jamás. Se marchó sin añadir nada más.
Sinner siguió caminando más allá de donde se ponen las luces titilantes. Buscando el refugio de las estrellas...
Sorpresivamente pudo distinguir su casa de entre todas las que allí había. Intentó entrar pero no tenía la llave. Pensó en un método más efectivo pero, cayó en la cuenta. La puerta ya estaba abierta. Alguien había entrado antes.
Sinner entró lenta y sigilosamente dentro de su propia casa. Se esperaba lo peor después de esa terrible aparición de hacía un rato. Pudo sentir un olor hediondo emanando de su hogar. Al entrar notó, con total aversión, que por lo menos allí se hallaban alrededor de once féminas de edad temprana. Tragó saliva.
—Hola señoritas. ¿Qué tal… estáis en… mi casa?— logró decir conteniendo el llanto. Ver a once chicas en tu casa para algunos es algo que celebrar. No obstante, en esta situación notaba que al menos algo no andaba bien.
—¿Eres tú el pecador?—dijo una con un peinado de otra época.
—¿Cómo?—murmuró ya sin lograr contener el lloro.
—Anda tío era broma, jo como está la cosa aquí.— rio por su parte la misma chica.— Te hemos pillado tus chuletas en tu habitación...
Sinner, viendo como se jactaban de un insulto sin fundamentos… em, sí… no se contuvo en lo más mínimo al decir:
—Oye giliflautasescas, ¿ qué hacéis vosotras en mi anarquista casa sin mi consentimiento ¿Acaso queréis que llame a la policía patatudamente?— sin duda ese fue el insulto más ofensivo que dijo en la integridad de su vida.
Todas procedieron a ignorarlo, siguiendo con sus quehaceres fiesteros. La música de bajo duro sonaba muy fuerte. Sinner era más de la música de pasos de doblaje.
Estar al lado de cerca de una docena de chicas bailando en camisones quizás fuese un deleite… menos por el hecho de que eran niñas de cerca de once años a lo sumo. Y eso muy legal po' no era.
—¿Pero qué hacéis en mi casa?— preguntó él a la chica que se había dignado a dirigirle la palabra.
—Celebrando la fiesta de fin de curso. Por el covid no conseguimos hacerlo antes, pero ahora se está a gusto aquí.
—¿Celebrando la fiesta de fin de curso a finales... de verano? Ya es un poco tarde para eso, no?
—Nunca es tarde si nos podemos hacer fotos pa'l instagram, tomar algodón de azúcar y ver películas de los teletabbies…
—¡¡EN MI CASA NO!! HATAJO DE MARRANAS… Estáis muy chiquitas para eso… El algodón de azúcar tiene mucho azúcar.
Dos chicas pálidas ataviadas con un único camisón amarillento arrastraron a Sinner por la cabellera, remolcado por todo el suelo hasta hacerlo sangrar. Pataleaba y se intentaba llevar las manos a la cabeza, sin embargo lo tiraban con todas sus fuerzas y este apenas podía defenderse.
Le llevaron ante una niña extremadamente baja con una camisa de un color pastel. Tenía el pelo antigravitatorio, manteniéndose apenas por la fuerza de la irrealidad. Sonrío con sus pálidos labios.
—Oh, ¿Quién es este?
—Él es el pecador, señora. Tiene que pagar.— le respondieron las chicas pálidas.
Sinner se levantó al fin con una mueca de sufrimiento y dolor. Compungido por su suplicio capilar y su pesar cefálico. Definitivamente tenía la cara hecha un cuadro.
—¡El mío Dios!—dijo exaltada la chica con la camisa de color pastel— Tengo por nombre Estrella del Lucero ¿Cuál es el suyo nombre, pecador?
—Sinner, Señora. Sé por qué me llama pecador. Y no estoy de acuerdo.— le respondió con una inexorable determinación.
Estrella del Lucero se rio pavoneante. Sinner pudo notar que misteriosamente no parecía ahora tan bajita. Estaba recta como un asta y, de las sienes, le surgía una diminuta cornamenta.
—JAJAJA, ¿Cómo crees? Contumazgo, rebeldía. Es usted el que se niega a perecer. Oh, sí, el señor. Aqueste que se niega a recibir el manto sacro del final. Mantente recto ante tu último aliento, Pecador.
—Qué así sea. Tanto en el cielo como en la tierra. Que se borre tu mueca impertinente bajo mi estocada braquial.
Los dos se dieron leches a diestro y siniestro. Fue sumamente patético ver esta escena. Se estaban dando a ca’ leñazo que no había quien para verlo.
No obstante de esto se cansó con prontitud Estrella del Alba. Por lo que se descoyuntó el cuello y parte de la espalda y de sus roturas emergió una colosal mariposa fulgurante con colores heterogéneos y puestos con un gusto horrendo. De sus antenas pendía candiles y sus ojos se asemejaban más fielmente a oquedades infernales que a verídicos ojos.
Una barra carmesí tiznada de dorado apareció de improvisto flotando por la atmosfera del habitáculo. Arriba de ella se podía leer sin razón alguna “Desgracia del Alba”





Desgracia del alba




—Oh… Meu… !DEUS!— Vocifera Sinner mientras observaba esa tremenda calamidad con una expresión desencajada. Corre raqueteando por el suelo. Mientras echa ojeadas espasmódicas a la Desgracia del Alba.
Esta gruñía haciendo ruidos monótonos. Iba persiguiendo al pecador de una manera innecesariamente lenta.
Sinner decide que ya fue suficiente. Tantos años de oscuridad no fueron en vano. Decidió que aprovecharía su última cantidad de veneración devota.
Aguardando a la pavorosa criatura, esbozó una sonrisa que más bien parecía una parodia del rictus de un muerto. Debido a que misteriosos son los caminos del Santo Deus, una aramadaira surgió inescrutable de su ferviente mano sacra.


Aramadaira, espada de combate

Desgracia del Alba emitió un graznido al observar al Pecador.
—Yo, Sinner, el Defensor de la Auténtica Fé, acabaré contigo. ¡DESGRACIA DE LA ABJURACIÓN!
—AHGGGGGGG.— alcanzó a rezongar la calamitosa Desgracia.
Sinner alzó la aramadaira y la hundió en el pecho del ser. Pero solo le quitó dos puntos de vitalidad.
—Oh… Meu… !DEUS!— Con la mayor rapidez que le fue posible, se cortó las arterias ulnar y radial. De la sangre surgió con vehemencia una infante blanquecina. Un golem de carne.
—¿CÓMOG ESG POZIBLEG QUEG HALLAG SURGIDOG UN GOLEMG DE CARGNE DEG TU MUÑECAG UNICAMENTEG?— gruñó la Desgracia del Alba casi ininteligiblemente.
—Así lo quisieron las máscaras.— le explicó con su sonrisa triunfante— ¡mi atavío será tu calamitosa desgracia, engendro infértil!
Los dos juntaron sus corpóreas formidables hasta que, solo uno, quedó vencedor definitivo en esta sacra pelea: Sinner.
El Pecador de la Abjuración decidió finalmente que consagrará el impío cuerpo de la Desgracia del Alba para reconstruir un cuerpo humano de nuevo. Este lo bautizó como simplemente Santalba.
Con la Aramadaira al hombro, Sinner se marchó de esas pecaminosas tierras para quizás no volver nunca. O a saber, volver muy pronto…
Se marchó altanero en una corta búsqueda de su armadura de hierro con capirote soberbio. Tenía un peto pesado, grebas sencillas y dos cinturones nudosos y enredados. Al ataviarse con sus viejas vestiduras decidió hacerse llamar El pecador Diligente. Se fue marchando con paso pesado en dirección a los pinos de la perpetua sordera, más allá de las fronteras del Betis.
Allá pudo encontrar enfrentamiento con bestias indómitas. Bestias que murieron en sus manos con su pecaminosa espada. Su aramadaira fue denominada por El pecador Diligente como Magna abiuratio, Su gran culpa.
Allá, en esas tierras, era inexorablemente perseguido por hombres con ornatos y vestimentas negras cual tez. Nuestro héroe posa sus pies sagrados en la fresca hierba, observando tras de sí lo que una vez fue su tierra.

Será continuado en otro momento

Y bueno, esto ha sido todo. Así que besitos y todo el mundo pa' casa. Guten Nacht.

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